La ciudad de Narbona es heredera de una historia antigua y de un nombre prestigioso. En el corazón del más antiguo territorio romanizado de la Galia, el Narbo Martius dio nombre a una vasta provincia. Segundo puerto del mundo romano después de Ostia, fue un lugar de intenso comercio e intercambio con un imperio que se extendía por todo el Mediterráneo.
El paisaje urbano actual de la ciudad no refleja este glorioso pasado: la urbanización posterior ha destruido la mayor parte. Es a través del conocimiento, la cultura y la curiosidad por lo que nos ha formado que la herencia antigua puede seguir viva.
Esta es la vocación que debe llevar el nuevo museo: devolver su parte a una identidad histórica oculta.
¿Cómo puede afirmarse Narbo Vía en relación con los numerosos museos y yacimientos arqueológicos de toda la región de Occitania? No hay que pensar en la competencia, sino en el anclaje, los vínculos, las asociaciones, para que el nuevo museo se inscriba en una visión cultural activa y viva, tanto para los visitantes externos como para la población local. Convertirse en un vector de identidad dentro de un mundo que, como en la antigüedad, se construye mediante los intercambios y la comunicación
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