Al principio, las colecciones legadas en 1877 a la ciudad por el barón Lycklama, aficionado ilustrado, reflejan su afán de antigüedades, de orientalismo y, a través de la etnografía y el arte primitivo, de cosmopolitismo y de viaje. En una serie de salas pequeñas, se presentan las colecciones de arte y de objetos de Oceanía, del Himalaya, un rico fondo de antigüedades mediterráneas y de cerámicas precolombinas. La Capilla Sainte-Anne reune un conjunto excepcional de instrumentos de música del mundo entero. Tres salas dedicadas a la pintura provenzal y local del siglo XIX, a los paisajes de Cannes y de la Riviera, dan al patio del museo y a la torre cuadrada del siglo XII de donde se descubre un hermoso panorama.